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miércoles, 2 de octubre de 2013

Piedad Anicama, la emprendedora que apostó por Pisco

Autor: Antonio Orjeda (*)

En el 2007 ella tenía 64 años y dos panaderías en Pisco. El terremoto de agosto las destruyó. Su esposo, sus hijos, le plantearon dejarlo todo, irse de allí. Ella dijo no. Ella volvió a abrir
Pasado el mediodía, el centro de esto --que fue una ciudad-- exuda vida. Las colas son largas en los bancos, los escolares toman mototaxis, la venta de discos piratas marcha sin cesar. Se podría decir que no hay escombros en el centro de esto --que fue una ciudad--, pero sí que ha pasado por aquí una aspiradora gigante tragándose casas, negocios, iglesias.
Hasta el miércoles 15 de agosto del año pasado, Piedad Anicama tenía dos panaderías. Una en la Plaza de Armas, otra en el bulevar. Ese mismo día, además de sus negocios, Piedad pudo también perder hijo y nuera. Ellos tenían a su cargo la panadería más concurrida, la del bulevar. Un día antes, el martes 14, debía haberles llegado la cerámica con la que renovarían el piso. Nunca llegó. Sin piso, les fue imposible abrir. De haberlo hecho, el terremoto los habría agarrado ahí dentro, en plena chamba. La panadería los habría sepultado.
Este año, en abril, en otra esquina, siempre en la Plaza de Armas, Piedad volvió a abrir. Igual que ciertas cosas en Pisco, ella se está rehaciendo. Pese a todo.


Usted fue asistenta de la secretaria del Bandera del Perú, el único colegio de mujeres de Pisco. ¿En qué momento se convirtió en panadera?
Al cesar.
¿A quién se le ocurrió hacer esto?
A mi esposo. Nosotros teníamos a nuestros hijos viviendo en Lima y, cuando íbamos, allá comíamos unos panes riquísimos --de vainilla, ¡de todas las variedades que ahora tenemos!--. Notamos esa diferencia, y a él se le ocurrió.
Pero usted está a cargo.
Sí, yo tengo el control.
¿Cómo así?
Por mis estudios. Yo llegué a ser secretaria general del colegio Bandera del Perú, y como tal tenía la responsabilidad del manejo del dinero. Así gané experiencia en compras, en todas esas cosas.
Vendieron un terreno y con el dinero de sus jubilaciones abrieron la panadería. Un año después tenían dos. ¿Tan bien les iba?
Sí, ¡fue un 'boom'! Fue la primera panadería en ofrecer un producto que (en Pisco) no había.
La segunda la abrieron en el bulevar, era su local estrella. ¿Cuánto generaba al día?
¿En utilidad? Unos mil soles diarios. Pero eso fue solo al comienzo (durante el 'boom' de la pesca de anchoveta y de la concha de abanico) porque después la situación económica fue bajando en Pisco. Mi panadería de la Plaza de Armas tenía un movimiento ¡único!
Las suyas eran las mejores panaderías de Pisco.
Bueno, sí.
El miércoles 15 de agosto del 2007 se vinieron abajo.
Ambas.
¿Qué estaba haciendo cuando empezó el terremoto?
La del bulevar estaba cerrada. Con mi hija y una señorita estábamos en esta. Estábamos dándole cuando comenzó. Estábamos esperando que pasara, pero ¿qué nos impulsó a salir? Las tapas de los fluorescentes nos cayeron en la cabeza. Eso nos hizo reaccionar. Nos agarramos de las manos --las tres-- y salimos. Cuando lo hicimos, sentimos cómo (a su paso) los restos caían sobre nuestras espaldas.
¿Tenían público?
Se habían ido. Mi panadería tenía dos ambientes, y ese día estaban llenecitos. Pero parece que todo está escrito: (instantes antes del sismo) todos comenzaron a pedir sus cuentas. Solo había una persona en una mesa: el juez, que estaba esperando para ver (en la TV) las noticias de las 7.
Cuando vio cómo había quedado su panadería, ¿qué pensó?
No sabía si llorar, reír o resignarme... Pero ver mi negocio destrozado no me interesó, ¡primero es la familia! Quería saber de mi hijo. Mi esposo venía del bulevar, él también se salvó.
Pero uno tiene que vivir y ustedes vivían de su negocio. Sus máquinas habían quedado sepultadas. ¿Qué hicieron?
Había amenaza de maremoto. ¡Dejé todo! Mi casa, mi negocio. Nos fuimos todos a la villa, allá dormimos. Al día siguiente regresamos para ver si quedaba algo.
¿Y qué quedaba?
Las máquinas.
Chancadas.
Afectadas.
No podían seguir. ¿Qué hicieron?
Comenzamos a sacar todo lo que se pudo, y a colocarlas (sus máquinas) a un lado, porque los dueños (del local) pensaban que al haber quedado todo destruido, nosotros íbamos a tomar posesión de su terreno. Era absurdo. Entonces, al lado de la panadería --en la vereda-- pusimos nuestras cosas. "¿Y ahora, dónde guardamos todo esto?". ¿Dónde íbamos a guardar todo lo del bulevar? Ahí fue que apareció la señora Irene...
Irene San Román (la gerenta de ventas de la panificadora Nova).
Sí, con su hija y su esposo... Me ofreció repotenciar mis equipos. Me dijo que no me preocupara, que ella me iba a ayudar...
Y volvieron a abrir.
¡Se llevó todos los equipos (para repararlos)! Los otros (los que estaban bajo los escombros, en la panadería del bulevar) no me dejaron sacarlos (el dueño del local), sino hasta el domingo. Ella me había dejado su tarjeta. Ellos habían llegado para apoyar con pan a la población... La llamé y le manifesté que ya tenía los otros equipos, que estaban peor. Ella mandó su camión y los recogieron.
Durante esos días, ¿ustedes de qué vivían?
Yo tengo mi sueldo de jubilada. Mi esposo, igualito. De eso.
Sumados, ¿a cuánto ascendían?
A S/.1.500. Eso era para todos.
Incluida la familia de su hijo.
¡Claro! Su familia también se había quedado sin fuente de trabajo... Nosotros hicimos nuestra propia olla común.
Claro, porque el Gobierno asistía a los pobladores damnificados, mas no a los comerciantes.
En ningún momento. Es más, estuvimos impedidos de todo préstamo... Yo toqué la puerta del Banco de Materiales, pedí el préstamo de reconstrucción del Banco de la Nación, pero nada. ¿Por qué? Porque yo tengo casa propia.
Finalmente, alquiló otra esquina de la Plaza de Armas, ahí levantó y abrió esta panadería. ¿Cuánto tiempo después?
Ocho meses después.
¿Cómo así?
Le manifesté a la señora Irene que mejor iba a sacar un equipo nuevo. Pero solo pude comprar un horno y la amasadora. Ella me prestó dos máquinas más.
¿Cómo fue ese primer día: volver a abrir su panadería?
No fue como la primera vez, pero sí hubo público. Teníamos muy pocas cosas.
¿Por qué no abrieron en el local de siempre?
Porque el dueño nos lo quería alquilar al mismo precio (ríe)... Quería 600 dólares por su terreno. Quería que yo levantara la panadería y que le siguiera pagando igualito. No se podía.
Encontró otra esquina.
Gracias a Dios, ¡porque fue terrible buscar un local en una ciudad destruida!
¿Por qué no optaron por irse? La ciudad estaba destruida, podía ocurrir que no tuviesen clientes.
Mi familia lo pensó. "Vámonos de Pisco". "Vámonos a Ica". "¡Vámonos a Lima!".
Usted no. ¿Por qué?
Yo no soy de aquí, yo soy de Ica. Pero yo soy pisqueña porque aquí prácticamente me crie, me formé, me casé; mi familia, mis hijos, todos son de acá; y quizás tengo más amor por Pisco que muchos pisqueños... Y, una vez más, decidí: decidí jugármela por Pisco.
Planea abrir su segunda panadería en febrero.
Tengo un local propio en el bulevar, lo estoy reactivando. Estoy viendo el movimiento que hay, porque también he recibido ofertas para alquilarlo... Estoy estudiando las probabilidades.
Ha pasado más de un año del terremoto y de reconstrucción se ve poco o nada. ¿En qué ha cumplido el Gobierno con Pisco?
Yo veo obras de saneamiento, nada más. Está el proyecto del hospital, el proyecto de la comisaría, de la iglesia, pero, a un año, no hay nada: solo primeras piedras.
¿Qué le diría al presidente García si lo tuviese al frente?
Que se ponga la mano en el corazón y cumpla su promesa de reconstruir Pisco, que quizás haya habido muchos factores que le han impedido cumplir su promesa, pero que nunca es tarde.
LA FICHA
Nombre: Piedad Lilia Anicama Uribe de Echevarría.
Colegio: Santa Luisa de Marillac, en Pisco.
Estudios: "Ni bien terminé el colegio me puse a trabajar. Con el paso del tiempo estudié Administración y Secretariado en el Instituto Tecnológico de Chincha". Además es bachiller en Administración de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica.
Edad: 65 años.
Cargo: Dueña y gerenta general de Panadería San Francisco.

(*) Es periodista, director de la revista MUJERES BATALLA y autor de "Mujeres Batalla" (Editorial Norma, 2007),

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